En los días previos, jóvenes de distintos países se unieron en un encuentro internacional online con el título “De Panamá a Lisboa – Llamados a la sinodalidad misionera” celebrado desde el 18 al mismo 22 de noviembre, cuando siguieron por un canal de internet la Eucaristía retransmitida desde el Vaticano.
Entre los participantes en el encuentro virtual se encontraban Sara Cascais y João Correia da Conceição integrantes de un grupo de jóvenes portugueses conectado con la IT a través de EDIW y que nos ofrecen sus testimonios.
Artesanos de un mundo mejor
Ser un joven cristiano es, en cierto modo, ser un soñador. Soñamos con el futuro, con metas a alcanzar, con una felicidad verdadera y la tranquilidad perfecta. Pero sobre todo soñamos con un mundo mejor, un mundo más humano, más atento, más misionero.
Así, cuando tantos jóvenes de tan diferentes partes del mundo se reúnen, aunque sea virtualmente, no hay manera de que no te desborde una ola de esperanza, de fraternidad, de comunión. Sentimos que algo nos une, algo más grande que nosotros mismos.
Y es en este momento cuando nos damos cuenta de que nuestro mayor sueño es: ¡ser misioneros! La misión es difícil, estamos rodeados de desafíos y pruebas que hay que superar. Sin embargo, juntos sentimos con más intensidad esta Fuerza que nos guía.
En particular, durante el encuentro internacional virtual “De Panamá a Lisboa - llamados a la sinodalidad misionera”, ha sido posible reavivar esta fuerza, el deseo de construir algo mejor y la voluntad de seguir a Quien realmente nos guía.
La reunión nos proporcionó momentos de intercambio útiles para la preparación de las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud y abrió el camino para hacer conexiones entre los jóvenes de diferentes países. Fueron días de aprendizaje, porque cada uno tenía algo que compartir, algo sobre lo que reflexionar y algo con lo que soñar. Además, los tiempos de oración compartidos han destacado su importancia en la vida cotidiana y en la preparación del mayor evento joven del mundo. Sin olvidar los aspectos logísticos y organizativos que también se discutieron y trabajaron para proporcionar una buena experiencia futura a todos los peregrinos que vengan a Lisboa.
En resumen, fue un tiempo de revitalización que deja espacio para pensar en cómo queremos acoger a los peregrinos de Lisboa y sobre todo cómo podemos llevar a Jesús a los corazones de aquellos que aún no lo sienten.
Sara Cascais
Nuestro camino de conversión y esperanza
Si San Agustín hubiera vivido nuestra época, si hubiera sido invitado -como yo- a participar en el Encuentro Internacional “De Panamá a Lisboa...”, encuentro que durante cuatro días de este año de vida condicionada ha reunido a personas de todo el mundo, habría tenido la oportunidad de ver que su veredicto se mantiene. Ama et fac quod vis!
Haz lo que quieras… entiéndelo. Expresa la fuerza de la libertad como concepto cristiano, que tiene como exigencia el amor, que es la verdadera libertad, la vocación del hombre a practicar la misma caridad que Cristo. Este mismo dinamismo, tantas veces repetido a lo largo de las sesiones, de la juventud sinodal y misionera, tiene hoy uno de sus momentos más queridos y por tanto más urgentes. Como un Pablo de Tarso ante la siempre nueva opción religiosa, cuyo éxito intriga, nos elevamos a través de la conversión. Es una libertad sublime. Sublime porque es una prioridad absoluta y vale la pena salvarla.
No necesitamos saber lo que estamos escuchando para entender el mensaje; para sentirlo. Es aquí donde el amor de Cristo que nos une se reconoce como un medio, para estar cerca, otra forma de hablar y ser comprendido. Dirán que la lógica de la juventud sinodal es una adaptación al mundo moderno de una Iglesia a la que no siempre le han interesado las cuestiones del momento, y que ahora se arrepiente. Es lo contrario. Es el fortalecimiento de la idea original. Y si huimos de algo, es de un tiempo que no invita a la inclusión, a la inteligencia intelectual y el amor, que por su carácter y formación las JMJ defienden y promueven, con miras a perfeccionar la sociedad que ahora tenemos. La amistad social es la respuesta a la que nos invita el Papa Francisco. Fratelli tutti es la encíclica del siglo XXI.
La JMJ de 2023 en Lisboa aparece como nuestro camino a Damasco en este pasar del “yo” solitario a un “nosotros” solidario. Así lo esperamos con la certeza de que conocer a Dios, vivir el Evangelio y defender la doctrina social de la Iglesia es un camino responsable.
Un gracias como el que todos dijeron al despedirse, en un corto tiempo de esperanza, que tuvimos al final de la reunión virtual, debería ser suficiente para elevar el espíritu, llevando a cada uno a seguir, a conocerse a sí mismo y a conocer al otro. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? (Mc 8, 36).
João Correia da Conceição
La JMJ en Lisboa tendría que celebrarse en 2022 pero se ha pospuesto un año debido a la pandemia. Recientemente se ha divulgado el lema y el logo para esta cita de la Iglesia con los jóvenes. El lema está tomado del evangelio de Lucas 1, 32: María se levantó y partió sin demora.
El logo tiene como elemento central una cruz atravesada por un sendero donde aparece una silueta de María. Es una invitación a ponerse en camino, como María, al servicio de un mundo más justo y fraterno.
También se presentó recientemente la web de esta Jornada Mundial de la Juventud donde se recogen informaciones y recursos para participar desde ya y hasta la celebración del evento. Acceda a la web haciendo clic en el logo.
Info IT.